TIMIDEZ EN LA NIÑEZ
En la niñez, la timidez se presenta de alguna u otra forma, pero para algunos niños puede significar un gran obstáculo social.
¿Pero en qué debemos fijarnos para identificar cuando esto puede ser un problema?
La timidez es un término que utilizamos para definir una sensación de inseguridad o vergüenza en uno mismo que una persona siente ante situaciones sociales nuevas y que le impide o dificulta entablar conversaciones y relacionarse con los demás.
Se presume que una persona tímida se ve influida por la herencia y el ambiente, siendo, además, un rasgo propio de la personalidad. También se cree que es un rasgo intrínseco de alguna etapa específica de la vida como, por ejemplo, la infancia. No existe niño que no demuestre algún grado de timidez conforme crece.
No obstante, la timidez no es negativa en cuanto no se transforme en ansiedad o fobia social, yéndose así a los extremos. Por el contrario, puede ser incluso positivo, pues nos convierte en personas más observadoras, cautelosas y prudentes. Lo fundamental, es manejar la timidez y poder obtener lo mejor de cada pequeño potenciando su autoestima.
En la infancia la timidez es complemente normal y suele desaparecer en la medida que nos sentimos inmersos y seguros en nuestro entorno social o logramos superar la ansiedad que nos producen en ciertas situaciones. En esta etapa de la vida esto se produce con relativa rapidez.
Sin embargo, cuando esto no sucede en el niño y su ansiedad aumenta, prefiriendo estar solo o esperando que sus progenitores le indiquen continuamente lo que debe hacer y como actuar, es importante replantearse las pautas para que el menor pueda tener una relación sana con su entorno. Esto puede hacerse con la ayuda de un psicólogo.
Para identificar los signos de timidez debemos estar atentos a lo siguiente:
1. El niño no interactúa con el entorno, se muestra distante, no toma la iniciativa en diferentes situaciones, le es muy difícil iniciar conversaciones con sus pares.
2. Demuestra ansiedad o temor cuando debe expresar su opinión o realizar algún acto en presencia de otras personas.
3. Se siente inferior a los demás y puede llegar a presentar señales psicosomáticas como dolor de estómago, para evadir ciertas situaciones.
Sin embargo, no debemos confundirnos. Si un niño muestra una actitud tímida y callada frente a desconocidos o frente a nuevas situaciones, tiene pocos amigos o interactúa con grupos reducidos sin intentar ser el centro de atención, no implica ninguna dificultad, pues son conductas totalmente naturales.
¿Cómo podemos ayudar a un niño tímido?
1. No obligarlo a enfrentar situaciones para las que no se siente preparado. No insistir, ni forzarlo, ni apremiarlo es fundamental. Mientras más insistamos, menos conseguiremos.
2. No sobreprotegerlo contestando por él ni intentar consolarlo cuando se muestra retraído, pues esto no es una ayuda si queremos que supere paulatinamente su timidez. Alejarlo de situaciones incómodas para el niño tampoco es bueno, ya que hacemos más grande el aislamiento social.
3. Comentarle a los demás que tu hijo es tímido como forma de escudarlo, tampoco es recomendable. Lo apropiado es dejar que el niño se relaje y poco a poco se vaya adaptando al entorno de forma natural.
4. Si lo padres son sociables, probablemente los niños también lo serán. Recordemos que, en gran medida, los pequeños aprenden con el ejemplo, por lo que asumirán esta conducta con total naturalidad.
5. Darle oportunidades de relacionarse, como invitar a amigos a la casa o inscribirlo a algún taller, por ejemplo, para darle la posibilidad de que socialice con otras personas diferentes a su entorno más cercano. Al principio es importante acompañarlo hasta que el niño se adapte.
6. Es importante valorar sus esfuerzos cuando los padres observen una conducta o gesto más desinhibido y se lo reconozcan con palabras. Esto colaborará para hacerlo sentir más seguro y más confiado en sus capacidades.
Siempre debemos animar al pequeño a ser el mismo sin intentar modificar su personalidad. Lo importante es ayudarlo a crear habilidades comunicativas para relacionarse con otras personas y con su entorno, de forma sana y natural.
