CUANDO LOS ABUELOS CRÍAN... O MAL CRÍAN

02.03.2019

Ocurre que muchas veces la hora de la comida se convierte e un caos y puede que nos preguntemos si se puede disfrutar de las comidas en familia cuando los niños son pequeños. Se puede y se debe.


En primer lugar, los adultos debemos crear un ambiente agradable con la premisa de que debe ser un momento de compartir, de hablar con nuestros hijos y de pasar un rato divertido.


Es importante, además, que la comida no sea el foco principal sino un elemento secundario. En la mesa no se habla de comida, sino de cómo se ha pasado en el día, de los planes para el fin de semana o de cosas divertidas.


Es fundamental respetar el hambre y la saciedad de los demás. Los padres tendemos a decir qué, cuánto, cómo y cuándo (incluso la velocidad) deben comer nuestros hijos. Esto es un error.

Dejemos que ellos decidan. Confiemos en ellos y respetemos su decisión. A veces damos tanto importancia a la comida que se convierte en un campo de batalla y dejamos de lado lo más importante: el aspecto social que rodea el momento de comer. Si cuidamos esto, las comidas familiares serán muchos más divertidas y amenas.

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